”En la vida siempre lo he hecho todo por ganar. La voluntad de ganar forma parte de mis impulsos básicos. Como la victoria me cuesta tanto esfuerzo, la segunda cosa que se me pasa por la cabeza inmediatamente después es: Bueno, he ganado, vale, pero con esto la fama se acaba. Y la próxima vez será aún más complicado“.

La familia

Milos Forman nació en el año 1932 en Cáslav, una pequeña ciudad de Bohemia central. Era el menor de los tres hijos de un matrimonio de maestros. A los ocho años se quedó sin su padre que fue detenido por la Gestapo durante la ocupación nazi, acusado de ser miembro de la resistencia. Poco después, fue arrestada su madre, denunciada a su vez por Havránek, un tendero local, que también había sido detenido por la Gestapo. Havránek no había anunciado a su debido tiempo a las autoridades alemanas la aparición en sus ventanas de folletos con propaganda en contra del Imperio Alemán. Cuando le sometieron al interrogatorio, éste mencionó los nombres de doce mujeres de Cáslav, que fueron detenidas inmediatamente. Entre ellas estaba la señora Forman.

“No está claro lo que le hizo la Gestapo a Havránek para que revelara los nombres de aquellas doce mujeres. Nunca regresó de los interrogatorios. Probablemente le torturaron. Finalmente, se ahorcó en su celda de Kolín“, cuenta Forman. Luego la Gestapo cerró el caso sin solucionarlo y dejó libres a las mujeres. “La única que no volvió de la cárcel fue mi madre, a pesar de que el señor Havránek seguramente mencionó su nombre por equivocación, ya que nosotros siempre nos desviábamos a propósito para no pasar por delante de su tienda“, recuerda el director.

Forman no supo la verdadera razón del arresto de su madre hasta después de la guerra. En aquel entonces, su liberación fue denegada por un obrero de los Sudetes que antes había trabajado para la familia Forman en la construcción del hotel familiar Ruth en Máchovo jezero. Más tarde, durante la guerra, hizo una carrera profesional en la Gestapo. Se desconocen los motivos por los cuales denegó la liberación de la señora Forman. Ésta murió el 1 de marzo de 1943 en el campo de concentración de Auschswitz. Este mismo funcionario de la Gestapo de Kolín envió al campo de concentración también al padre de Forman, a pesar de que éste ya había cumplido su tiempo de condena. Murió en mayo de 1944 en el campo de concentración de Buchenwald.

”Mis padres eran patriotas y precisamente por eso murieron. Parte de este sentimiento tan arraigado se filtró también en mí. Lo averigué cuando más tarde me vi lejos de mi país, de mi cultura y de mi familia. Cuando me arrancaron del paisaje de mi infancia“, dice Forman.

Hasta principios de los años cuarenta, Milos no se enteró de que su verdadero padre no era el maestro Rudolf Forman, sino el arquitecto judío con el que su madre había intimado mientras él trabajaba en la construcción de la pensión familiar Ruth. La madre de Milos se lo confesó a una compañera de cárcel en el campo de concentración, le pidió que buscara a Milos después de la guerra y que le contara la verdad. ”Creo que mi padre nunca se dio cuenta. Si se enteró, nunca me lo dijo. Siempre se comportaba conmigo como si fuera sangre de su sangre, su hijo. Rudolf Forman fue mi verdadero padre“.

A pesar de ello, Forman escribió una carta a su supuesto padre que entonces vivía en Sudamérica, pero al señor, ya anciano, no le interesaba recordar el pasado. Sin embargo, hoy en día Forman está en contacto con sus hijos y hace tiempo que confirmó, gracias a las pruebas de ADN, que ese hombre era su verdadero padre.

Los años de guerra

Ya huérfano, Milos pasó una parte de la guerra en Náchod, en casa de los hermanos de su padre, del tío Bolestav y la tía Ana. Más tarde se hizo cargo de él la familia del director de la fábrica de gas de Cáslav, Hluchý, que estaba mejor económicamente y podía permitirse cuidar de Milos.

”Por el hecho de andar con mi maleta de una familia a otra, conviviendo con todos aquellos que me recibieron en sus casas, pronto me di cuenta de que en la vida ayuda bastante caerle bien a la gente y no crear problemas innecesarios“, recuerda Forman. Por eso intentaba sacar buenas notas en la escuela y ayudaba en la casa y en las tiendas de sus benefactores. “Averigué que rebelarse y hacer ruido era un gran lujo existencial, así que me convertí más en un diplomático que en cualquier otra cosa“, añade. Tal vez fuese este ir y venir con la maleta a rastras lo que le preparó para su futura profesión.

Podebrady

Después de la guerra, Forman ingresó en un internado de primera clase para huérfanos de guerra en Podebrady. ”Me sorprendió cuántos alumnos de la escuela para huérfanos tenían padre y madre. Había algunos que habían perdido a sus padres durante la guerra como yo, pero los padres de muchos de ellos eran ministros, diplomáticos, élite de la Praga antigua, pero también funcionarios comunistas de la alta sociedad“, relata el director describiendo sus años escolares. La explicación era fácil. Todos los partidos políticos acogieron con agrado la propuesta de abrir una escuela para chicos afectados por la guerra y se afanaban en ofrecer a la escuela más ayudas y subvenciones que los demás. Por eso el director de la escuela gozaba de una gran cantidad de excelentes pedagogos. Así nació uno de los mejores institutos del país. Tanto la nueva élite comunista como la antigua élite capitalista intentaban colar a sus hijos entre los huérfanos. El joven Forman obtuvo allí una formación extraordinaria, pero además fue en esa escuela donde conoció a dos de sus amigos para toda la vida: al cineasta Ivan Passer y al futuro dramaturgo y presidente del estado, Václav Havel. Otro dato curioso: fueron compañeros de clase suyos los hermanos Masín, hijos del miembro de resistencia antinazi, Josef Masín, y fundadores del grupo anticomunista armado que operó entre los años 1951 y 1953 en la Checoslovaquia comunista.

Después de la revolución de febrero, uno de los profesores acusó a Forman de poner en ridículo al partido comunista. Por motivo de esta infracción disciplinaria tuvo que terminar el curso en un instituto en Praga.

Praga en los años cincuenta

A Forman le encantaba el teatro desde niño. Su primer contacto con el teatro fue gracias a su hermano Pavel que durante la guerra trabajaba de pintor en una compañía de teatro ambulante llamada Východoceská opereta (Opereta de la Bohemia del este). ”Los bastidores de la opereta olían a una maravillosa mezcla de aromas de una sensual femineidad y a flores y a perfumes baratos; a violetas y cuerpos sudados; a maquillaje y pintalabios; al encaje almidonado que susurraba al contacto de la plancha caliente; a bolitas antipolillas, alcohol y bizcocho de cerezas; a zapatillas de punta y camisetas sudadas; a falditas que olían ligeramente a orina... Entonces decidí sin dudarlo ni un instante que pertenecía a ese ambiente y no a ninguna otra parte“, comenta Forman describiendo su primer encuentro con el mundo de la farándula.

Se dice que lo único que no sabía era qué profesión quería ejercer dentro del teatro. ”Desde el principio me quedó claro que no quería ser actor. Me fijé que (al contrario que en el escenario) entre bastidores trataban a los miembros masculinos del equipo como si fueran trapos. Sin embargo, de repente un hombre mayor entró en los camerinos. Parecía enfadado, llevaba una chaqueta arrugada y era un poco calvo, pero a pesar de ello, todas las mujeres hermosas no podían quitarle el ojo de encima. Se notaba que el hombre iba un poquitín bebido, pero ellas le sonreían, tonteaban con él, desfilaban delante de él y hacían todo lo posible por llamar su atención y divertirle. Pensé que me gustaría que me pasara lo mismo también a mí.

-¿Quién es? - le pregunté a mi hermano.
-¿Éste? El director - me contestó Pavel.
-¿Y sabe?
-Sí, sobre todo emborracharse.

Evidentemente, mi hermano no tenía una opinión demasiado positiva sobre el director, pero yo en ese momento descubrí al ídolo de mi vida“.

El joven Forman actuaría más tarde en Podebrady en el Teatro Na Kovárne, un teatro local de aficionados. En los años cincuenta fundó en Praga, junto con sus compañeros de clase, una compañía teatral de aficionados con la que representaron una función llamada Balada de trapos (1950). No obstante, le denegaron el ingreso en la DAMU (Divadelní fakulta Akademie múzických umení- Facultad de Teatro de la Academia de Artes), supuestamente, por no haber sabido interpretar ”la lucha por la paz mundial” en los exámenes de acceso.

Para esquivar el servicio militar obligatorio, Forman se inscribió apresuradamente en la FAMU (Filmová a televizní fakulta Akademie múzických umení – Facultad de cine y televisión de la Academia de Artes) y le aceptaron para cursar la carrera de guionista. ”Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que la FAMU me dio precisamente lo que había dado a mis profesores: la posibilidad de aguantar a viento y marea el enfurecimiento stalinista de los años cincuenta, que lo estaba desorganizando todo y a todos. Además, teníamos unos estupendos pedagogos. Nos enseñaban escritores como Milan Kundera o Milos V. Kratochvíl“.

Sus inicios en la creación artística

Durante el segundo curso en la FAMU, Forman se inscribió en un concurso de la nueva Televisión checoslovaca que estaba buscando un presentador para un programa dedicado al cine. ”Se me ocurrió que podría ser una buena salida para trabajar de reportero de deportes, me parecía el mejor empleo del mundo, ya que el reportero de deportes iba a los partidos de fútbol o de hockey, cobraba por ello un buen dineral y, además, podía viajar al Oeste“.

Forman consiguió el puesto e informaba con regularidad a los pocos checoslovacos que entonces poseían un televisor sobre las novedades cinematográficas, tanto del cine socialista como del cine occidental. Finalmente, le surgió incluso la posibilidad de convertirse en reportero de deportes, aunque sin éxito. Fue durante un partido de hockey en el estadio praguense Stvanice donde rodó cinco minutos de comentarios de prueba. ”Me esforcé muchísimo, pero de la redacción de deportes nunca me llamó nadie“.

Durante sus estudios, actuó en papeles secundarios en varias películas checas y participó en varios guiones. Sin embargo, no se convirtió en director hasta el rodaje de la película histórica Dedecek automobil (El abuelo automóvil, 1956). En aquel entonces, el director de la película, Alfréd Radok, le permitió dirigir una escena de masas. Al año siguiente, participó en la película de Ivo Novák Stenata (Los cachorros, 1957), como autor del argumento, coguionista y ayudante de dirección. Allí conoció a su primera mujer, la actriz más famosa de la década siguiente, Jana Brejchová. Cuando terminó el rodaje, se casaron rápidamente, en parte, por conseguir un alquiler con más facilidad.

Poco después, el director Radok invitó a Forman a colaborar con él como guionista en el espectáculo multimedia Laterna Magika (1958) que se estaba preparando para la Exposición Universal EXPO´ 58 en Bruselas. La representación tuvo éxito a nivel mundial y Forman, al volver a Praga, fue de nuevo invitado por Radok para formar parte de los preparativos de la nueva representación: Laterna Magika II: Programación de la gira (1961). Durante los preparativos, el primer matrimonio de Forman con Jana Brejchová se truncó completamente. 

Los años sesenta

A principios de los años sesenta, Forman consiguió una cámara propia en la Alemania del Este. Con ella empezó a rodar con Ivan Passer y el cámara Miroslav Ondrícek un documental sobre el teatro praguense Semafor, que entonces era muy famoso. Ahí nació también el argumento de la película Concurso (1963). Forman y la dirección creativa del teatro Semafor (dramaturgos y actores, Jirí Suchý y Jirí Slitr) organizaron un cásting ficticio para el puesto de cantante, al cual asistió una multitud de chicas que soñaban con ser cantantes profesionales. El equipo técnico grabó este evento. Forman ofreció el papel de joven cantante a su futura segunda mujer, Vera Kresadlová, a quien había conocido en un concierto de rock´ n´ roll en Praga, donde ella actuaba con su grupo musical. Se casaron en el año 1964.

”Cuando nos casamos, la barriga de Vera ya era realmente enorme y crecía cada vez más. El médico me dijo que Vera daría a luz o a un monstruíto o a gemelos. Antes no existían las pruabas con ultrasonido, así que nos lo iba a confirmar el aparato de rayos X, pero Vera no quiso“, recuerda Forman. En Chequia era costumbre que el día del parto el futuro padre se fuese a un bar con sus amigos a beber en honor a su hijo, mientras esperaba noticias del hospital. ”La gran actriz del teatro checo, Stella Zázvorková, me hizo una fiesta. Cuando llegó la noticia del hospital, estaba sentado junto a una mesa y estaba bebiendo por mi hijo con los colegas. Vera acaba de dar a luz a los gemelos, Petr y Matej, y todos están bien“, cuenta. ”Otra antigua costumbre checa obliga al recién convertido en padre a comerse un plato de lentejas muy calientes con un huevo crudo. Las lentejas simbolizan dinero, así que el padre tiene que dejar el plato limpio para que nunca haya miseria en su casa. Stella puso el plato delante de mí y todos empezaron a gritar y a hacer bromas. Stella cogió el huevo y lo rompió en el borde del plato. De repente, todos los que estaban en la habitación se quedaron callados: el huevo tenía dos yemas“.

En el mismo año, Forman logró rodar también su primer largometraje de ficción inspirado en el cuento de Jaroslav Papousek Pedro el Negro (1963). La película ganó en el Festival Internacional de Cine de Locarno y permitió al director viajar por primera vez a los soñados Estados Unidos. No obstante, la puerta imaginaria al mundo se abrió a Forman gracias a su siguiente película llamada Los amores de una rubia (1965) que fue nominada al Óscar a la mejor película extranjera.

Gracias a la nominación al Óscar, Forman empezó a ser conocido. Carlo Ponti, un famoso productor italiano, se fijó en él. Invitó a Forman, a Jaroslav Papousek y a Ivan Passer a Italia y les pidió que escribieran para él el guión de una comedia sobre la caza al último oso de los Altos Tatras en Eslovaquia. Sin embargo, el famoso productor se imaginaba otro resultado del que le propuso el trío de jóvenes autores y finalmente el proyecto se canceló. No obstante, el fracaso no les desanimó y, después de haber vuelto a su país, empezaron a trabajar juntos en nuevos proyectos. Un baile de bomberos voluntarios en la ciudad Vrchlabí en las Montañas de los Gigantes fue la inspiración para la tragicomedia ¡Al fuego, bomberos! (1967). A pesar de las complicadas peripecias por las que pasaron para llevar esta comedia al cine, la película llegó a estrenarse incluso en los Estados Unidos y con ella Forman obtuvo otra nominación al Óscar.

Nueva York

En el año 1976, Forman obtuvo el permiso para viajar a los Estados Unidos. Allí iba a rodar su primera película estadounidense en colaboración con la compañía Paramount. Tenía muchos planes entre los cuales figuraba también la idea de adaptar cinematográficamente la novela de Franz Kafka América. En esta idea ya había empezado a trabajar en la República Checa con el dramaturgo, Václav Havel. No obstante, en ese entonces las autoridades comunistas rechazaron el guión.

Durante su estancia en Nueva York, el movimiento hippie sedujo a Forman. Después de haber visto el preestreno del musical Hair, él y su amigo, el guionista francés, Jean-Claude Carrièr, decidieron hacer su versión cinematográfica. Sin embargo, no lograron conseguir los derechos de autor, así que se pusieron a escribir el guión de la película Juventud sin esperanza (1971).

En la primavera de 1968, la agitación por los disturbios raciales y por las protestas en contra de la guerra de Vietnam agitaron Nueva York y todos los Estados Unidos. Los dos cineastas emprendieron un viaje a París esperando encontrar la tranquilidad suficiente para poder escribir. No obstante, en París estallaron las sublevaciones estudiantiles. Por eso, pronto se trasladaron a Praga donde en esa época estaba culminando un movimiento de liberación política, conocido como la Primavera de Praga. Con tantos acontecimientos importantes, tampoco en Praga pudieron escribir una sola línea. Así que a principios del mes de agosto regresaron a París donde poco después llegaría la noticia de la invasión de Checoslovaquia por parte de los ejércitos del Pacto de Varsovia. Antes de la invasión,  unos amigos franceses de Forman consiguieron llevar en coche a París a su mujer Vera Kresadlová con los niños. Sin embargo, después de unos meses viviendo en la ciudad junto al Sena, Vera prefirió volver a Praga y actuar en el teatro Semafor. En cambio, el director checo, que todavía tenía el pasaporte checoslovaco y el visado válidos, se fue a conquistar los Estados Unidos.

Greenwich Village

Forman e Ivan Passer, que había decidido directamente emigrar, alquilaron una pequeña casa en Leroy Street, en el Greenwich Village de Nueva York. Hasta hoy en día, Forman recuerda con gusto esa época: ”Nunca le negamos la entrada a nadie, por lo tanto solían pasar multitudes de personas por nuestra casa. Algunos amigos se quedaban, los otros se iban y unos cuantos seguramente se fueron sólo un rato y todavía están buscando el camino de vuelta. El dramaturgo, John Guare, autor de La casa de las hojas azules, afirmaba que cada vez que nos visitaba, le parecía que había abandonado los Estados Unidos y que había entrado en la tierra de la Bohemia vanguardista donde importaba, sobre todo, lo que uno bebía y leía“.

Gracias a la ayuda del joven cineasta estadounidense, John Klein, Forman terminó allí el guión de la película Juventud sin esperanza (1971). Durante su rodaje, se encontró por primera vez con Michael Hausman, productor de la mayoría de sus futuras películas. ”A primera vista se notaba que era una maravillosa persona. Al trabajo iba en moto. Hacía películas tipo underground y sabía manejar cualquier presupuesto. Iría a hacer de carterista si fuera necesario para financiar una película, a pesar de que provenía de una de las familias más ricas de Nueva York“, recuerda. No obstante, la película Juventud sin esperanza no tuvo mucho éxito con los espectadores. ”Mis instintos cinematográficos eran demasiado checos y no tenía ninguna experiencia con el cine estadounidense. No valía la pena hacer películas sobre la vida a mi alrededor, que no conocía tan bien y que no era la mía. Pero sucedió así y la realidad es que mi última película checa la rodé en Nueva York. A partir de ese momento, empecé a hacer ya películas estadounidenses“.

El Hotel Chelsea

Después del fracaso comercial de Juventud sin esperanza, Forman tuvo que empezar de nuevo desde cero. Se trasladó al Hotel Chelsea y, según dicen, a menudo sobrevivía con un dólar al día, una lata de chili con carne y una botella de cerveza. Sin embargo, nunca pensó en volver a Checoslovaquia. Cuando terminó su contrato con los Estudios Universal y con él la posibilidad de seguir viviendo en los Estados Unidos como ciudadano checo, se convirtió en emigrante. ”Estaba esperando una oferta que cambiara mi vida y mientras tanto cogía todo lo que me daba de comer gratis“, recuerda.

En esa época, colaboró en un documental colectivo sobre los Juegos Olímpicos en Munich llamado Visions of Eight (1972). En el transcurso de las Olimpiadas, Forman fue testigo del trágico atentado palestino a los deportistas israelíes.

Más tarde, se cumplió uno de sus sueños, el de dirigir en Broadway, donde representó la comedia The Little Black Book (El pequeño libro negro) de su amigo, Jean-Claude Carrièr.

También hizo sus tentantivas en la industria publicitaria estadounidense, haciendo la publicidad para Royal Crown Cola cuya idea provenía de la secuencia preliminar al concurso en la película Juventud sin esperanza. ”Me di cuenta de que las bromas excéntricas de estilo de Kafka tienen el mismo éxito en los Estados Unidos y en la burocracia comunista. En el largometraje que me había costado dos años de trabajo gastamos 810 mil dólares, mientras que un plagio de un minuto costó un millón entero“, recuerda.

En aquel entonces, empezó a colaborar también con su agente, Robert (Robby) Lantz, que representaba a estrellas como, por ejemplo, Tenessee Williams, Elizabeth Taylor, Richard Burton o Leonard Bernstein. Se habían encontrado por primera vez ya durante la primera estancia de Forman en Nueva York. ”Tengo que reconocer que al principio todo esto me pareció bastante raro. Robby representaba a gente a la que todos los Estados Unidos llamaban por su nombre de pila, es decir, Liz, Richard, Lenny; y, al mismo tiempo, se comportaba conmigo como si yo fuera la persona más importante del mundo. Un tiempo después me di cuenta de que detrás no había ninguna trampa, sino que era simplemente la manera que Robby tenía de tratar a la gente. Por ejempo, nunca quiso que yo le firmara ningún contrato. Nos dimos la mano y nuestro acuerdo sigue siendo válido pasados los años y las películas“.

Los primeros Óscar

Forman no tuvo otra posibilidad de rodar una película estadounidense hasta el año 1974. Entonces el joven actor, Michael Douglas, y el productor independiente, Saul Zaentz, le ofrecieron dirigir la adaptación cinematográfica de la novela de Ken Kesey Alguien voló sobre el nido del cuco. Con posterioridad, Forman supo que ya en los años sesenta el padre de Michael, Kirk Douglas, le había enviado el guión y la oferta de colaboración en esta película a Checoslovaquia, pero seguramente la policía estatal confiscó el envío, ya que nunca llegó a recibirlo. La película Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) fue un taquillazo y ganó el Óscar en todas las categorías principales.

De repente, Forman se convirtió en un director estadounidense de éxito. Le llovían las ofertas, pero él deseaba cumplir uno de sus primeros sueños en EE.UU: hacer la película del musical Hair (1979). Compró un piso justo al lado del Central Park, así que, como la película Hair tenía lugar precisamente en ese lugar, casi la podía dirigir desde la ventana de su casa. A pesar de que la película no tuvo tanto éxito de taquilla como Alguien voló sobre el nido del cuco, no fue deficitaria y fortaleció la posición del famoso director.

Los años ochenta

Dino Laurentiis, el productor italiano, llamó a Forman para realizar otro proyecto. Le ofreció dirigir la versión cinematográfica del bestseller de E. L. Doctorow con el nombre de Ragtime (1981). Trabajando en esta película, Forman volvió a encontrarse con su camarógrafo, Miroslav Ondrícek, a quien las autoridades checoslovacas por fin habían permitido viajar al Oeste. Más tarde, juntos participaron en la siguiente película de Forman Amadeus (1982). El rodaje permitió a Forman volver al menos temporalmente a su patria natal. A pesar del hecho de ser ciudadano estadounidense desde hacía mucho tiempo, las autoridades checoslovacas jamás le dieron el permiso de entrada. No obstante, esta vez Forman llamó al entonces director de la empresa Ceskoslovenský státní film (Cinematografía del Estado Checoslovaco), Jirí Purs, capo de la industria cinematográfica checoslovaca. Le habló del interés de los estadounidenses en invertir fuertes cantidades de dinero en Praga, con lo cual el visado le fue concedido rápidamente. Por supuesto, el rodaje tuvo lugar bajo la  estricta vigilancia de la policía secreta. Al final la película fue nominada al Óscar en once categorías, y se llevó a casa ocho estatuillas.

Después de Amadeus, Forman se puso a trabajar en otro tema histórico, en la adaptación de la famosa novela del siglo XVIII de Choderlos de Laclos Las amistades peligrosas. Sin embargo, hubo un malentendido con el dramaturgo, Christopher Hampton, que al final vendió los derechos de su dramatización al joven director inglés, Stephen Frears. Así, aparecieron simultáneamente dos versiones cinematográficas sobre el mismo tema: Valmont (1989), la película de Forman inspirada en la novela original, y Las amistades peligrosas (1988), basada en la adaptación teatral de Hampton. Desgraciadamente, Valmont pagó el pato por llegar a los cines con posterioridad y fue un total fracaso de ventas. ”En  circunstancias normales, este resultado me habría llevado a la hibernación y a la depresión, pero en esa época tenía la cabeza en otras cosas. Precisamente al mismo tiempo, en Checoslovaquia cayó el régimen comunista y mi anterior compañero de clase menor que yo, Václav Havel, se convirtió en el presidente del nuevo estado libre“, recuerda Forman.  

Visita del presidente del estado

Forman se encontró con Václav Havel ya durante su primer viaje a los Estados Unidos en febrero de 1990, cuando el flamante presidente de la Checoslovaquia democrática pronunció su legendario discurso delante del Congreso de los Estados Unidos. Los dos estuvieron visitando la ciudad en compañía de guardaespaldas estadounidenses. Václav Havel quería conocer Washington Square donde se reunían los jóvenes y los bohemios, pero los guardaespaldas se opusieron, ya que el presidente podía verse en medio de un tiroteo. Los guardaespaldas sabían que allí se vendía marihuana y dedujeron lógicamente que donde había drogas, también había armas, por eso ningún presidente debía ir por allí. ”¿Qué tiroteo? Ahora mismo estoy regresando de la oficina de Bush y él no mencionó ni una palabra sobre una guerra con alguien. ¿Cuando empezó?“ preguntó Havel a Forman en broma delante del jefe de los guardaespaldas que no se enteraba de nada. ”Pues, no sé, hoy no he visto las noticias“, contestó Forman. ”¿Checoslovaquia no podría acudir en auxilio de los Estados Unidos de alguna manera?“ replicó, supuestamente, el presidente para divertirse. Se dice que al final declaró que Checoslovaquia no iba a intervenir en los asuntos exteriores de la política de los Estados Unidos, lo cual él mismo estaba demostrando dando un simple paseo alrededor de la manzana.

”Era el mismo chico de siempre, a veces hasta infantiloide, pero tremendamente avispado, tremendamente inteligente y con muchos conocimientos sobre el estado de los asuntos públicos. No obstante, seguía siendo el mismo chico de siempre”, recuerda Forman al amigo fallecido recientemente. ”Nos veíamos siempre que él estaba en los Estados Unidos o yo en Praga. Pero la mayoría del tiempo lo pasábamos hablando sobre los amigos de Podebrady, casi nunca sobre política, o muy pocas veces“.

El tercer matrimonio

A finales de los años noventa, Forman conoció a su tercera mujer, Martina, estudiante de la FAMU praguense muchos menor que él, que había escrito a Forman para preguntar si la podía ayudar con su tesina donde comparaba el cine checo con el estadounidense. “La cortés carta me recordó que hacía tiempo yo (un joven hombre ambicioso que todavía no respetaba las reglas del mundo) había enviado a Suiza un guión a Charlie Chaplin, con la esperanza de que se dejara convencer por la oferta de un director de la Checoslovaquia stalinista que todavía no había dirigido absolutamente nada. Por lo mismo quedé con Martina de la FAMU. Supuse que vendría una señorita pensativa con gafas y con una rebeca caída, pero en su lugar apareció una rubia elegante. Era alta y delgada, y yo me acordé de haberla visto ya antes. Fue hacía años y, aunque entonces no nos dijimos ni una palabra, recordaba perfectamente que me había gustado“, recuerda el director. En el año 1998, nacieron los gemelos, Andrew y James. Un año después, Milos Forman y Martina se casaron.

Los años noventa y la actualidad

La siguiente película de Milos Forman El escándalo de Larry Flynt (1996) consiguió la fama de ser una obra escandalosa. El director convirtió el destino del pornomagnate Larry Flynt (que fue herido de un tiro y arrollado por los juicios por culpa de su trabajo y de sus opiniones) en una cautivadora historia sobre la libertad de expresión. No obstante, a pesar de las primeras críticas positivas, la alborotadora campaña de las feministas estadounidenses, que se sintieron ultrajadas por la presunta glorificación del pornomagnate, perjudicó gravemente a la película.

Después del fracaso del proyecto de rodar la película Ascuas (2005) donde Sean Connery iba a interpretar el papel principal, Forman y Carrièr se lanzaron a trabajar en otro proyecto. En esta ocasión un drama histórico sobre la Inquisición española y sobre el pintor Francisco de Goya llamado Los fantasmas de Goya (2006). De momento, este es su último largometraje, ya que el rodaje de la película El fantasma de Munich  (previsto para 2009) fue cancelado por problemas de producción.

En el año 2007, el trabajo llevó a Forman de vuelta a Praga. Con sus hijos primogénitos, Petr y Matej, representó en el Teatro Nacional de Praga la ópera jazz Un paseo bien pagado (2007). La colaboración con sus hijos le encantó, no pudo no ensalzarla: ”Discutíamos, pero se trataba sólo de detalles. Siempre alguien tiene que tener la última palabra, pero en este caso ganó, evidentemente, el respeto. Pero el respeto por ambas partes, cosa que hay que resaltar. Claro que  ellos tenían un poco de miedo del padre, porque todavía le imaginaban con el bastón de junco en la mano, pero también yo les respetaba mucho a ellos. Tienen experiencia con el teatro y una magnífica imaginación. De hecho, discutir a tres bandas era ventajoso. Siempre terminábamos dos contra uno, nunca hubo un empate“.

Forman está muy orgulloso de los éxitos de sus gemelos mayores, famosos artistas de teatro reconocidos por toda Europa: ”Voy a verlos al teatro siempre que puedo. Lo he visto todo. Son muy listos estos hijos míos, estoy orgulloso de ellos“.

Milos plasmó la colaboración entre padre e hijos en la versión cinematográfica de la representación Un paseo bien pagado (2009). Durante su estreno en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, el artista de casi ochenta años declaró: ”Pregunten lo que quieran, háganme fotos cuando quieran, no me importa en absoluto. Solamente no me hagan salir fuera a ninguna parte, ya me siento un poco viejo para pasear“, y encendió su típico puro. Se dice que no prepara nada nuevo: ”No más películas, estoy de vacaciones“. Está claro que ”la próxima será aún más complicado“. Pero, ¿quién sabe?