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Nos presenta una serie de acontecimientos aparentemente insignificantes de la vida de Petr, un  aprendiz de 16 años. Acaba de comenzar su trabajo de verano como dependiente en una tienda, pero rápidamente comprende que su principal cometido es vigilar con el fin de evitar hurtos. Él preferiría holgazanear toda la tarde junto al agua, charlar con sus amigos y flirtear con las chicas. Sin embargo, debe quedarse en el supermercado y aguantar al mandón de su jefe y los reproches de su padre en casa. El personaje del padre lo interpreta el brillante “no actor” Josef Vostrcil.

Casi en la categoría de los “no actores”, el actor Vladimír Pucholt deleita con el papel de Cenda, un aprendiz de albañil fanfarrón, cuyo sonoro “¡holaaaaa!” se hizo rápidamente popular en Checoslovaquia y todavía persiste entre algunos de los comentarios cómicos más famosos y recurrentes.

Aunque la película está basada en una novela de Jaroslav Papousek (un amigo de Forman), el director combina de una forma tan sensible el temperamento de actores y “no actores”, que sus diálogos parecen completamente auténticos, como si fueran grabaciones de conversaciones reales. La cantidad de frases vacías con las que el padre bombardea al apático Petr al final de la película son una ilustración brillante de la brecha generacional.

Esta obra maestra surgida en los albores de la nouvelle vague checoslovaca trajo a la gran pantalla algo a lo que los cinéfilos de este país no estaban acostumbrados: – un mensaje auténtico sobre la brecha generacional y aquello que los jóvenes buscan, un mensaje que apunta entre líneas hacia la decadencia y el provincialismo de las relaciones sociales de ese tiempo.

• “Había estado esperando la oportunidad de trabajar con Vladimir Pucholt. Le había conocido cuando estuvimos haciendo el casting para Dedecek automobil(Abuelo automóvil). Era muy joven pero había causado una impresión indeleble en su audición y nunca le olvidé. Era un poco viejo para el protagonista en Pedro el negro, así que lo seleccioné para el papel del amigo del héroe albañil. Hice tres películas con Pucholt, uno de los actores más talentosos con los que jamás he trabajado”.
• “Durante largo tiempo me fue imposible encontrar un padre para nuestro empleado en el supermercado. Ivan Passer estaba trabajando en el proyecto con Papousek y conmigo, y una noche fue a buscar un director de banda para Kdyby ty muziky nebyly (Si esas canciones no existieran). De algún modo hubo un malentendido con las salas de ensayo y dio con la banda equivocada. Volvió muy excitado. ‘Tienes que ver a este chaval, Milos, es un verdadero volcán de humanidad‘. Ivan tenía razón. Seleccioné al líder de la banda de 60 años para mi documental Kdyby ty muziky nebyly directamente para la noche siguiente. Pregunté a Vostrcil si estaría dispuesto a hacer una prueba para el papel del padre en Pedro el negro, pero me rechazó de plano.  No existían bandas de música en esa película y no le interesaba hacer de payaso por el hecho de poder llegar a ser actor. Ya tenía demasiado de lo que ocuparse en su vida. No me rendí. Seguí comiéndole la oreja y al final, conseguí hacer un trato con él. Leería el guión y si aceptara interpretar al padre, yo tendría que encontrar alguna forma de incorporar una banda musical en la película”.
•  “La mujer de Vostrcil en Pedro el negro fue interpretada por la señora Matusková (Bozena Matusková, nota del editor), a la que Forman descubrió mientras buscaba localizaciones para la película. Habíamos ido a su casa para ver si podía resultar un buen hogar para nuestro empleado en el supermercado. Ella necesitaba el dinero de forma urgente y no tenía medios. Ese día había horneado una bandeja repleta de bollos pequeñitos y rellenos de dulce. La casa era perfecta para nosotros y los bollos, deliciosos. Y mientras observaba trabajar a esta regordeta y vivaz señora de cabellos grises su magia particular caló en mí y tuve una idea.

  - Señora Matouskova, ¿qué le parecería actuar en una película?
  La idea le provocó una gran carcajada.
  - ¿Yo? ¿Por quién me toma, por una estrella de cine?
  - ¿Por qué no?
  - Va, venga.
  - Usted encajaría con nosotros perfectamente. Y, por supuesto, le pagaríamos bien.
  - ¿Y qué tendría que hacer?
  - Es sencillo: usted se quedará aquí y hará unos bollos.
  - Bien, puedo encargarme de eso.

  Mientras estábamos preparando el montaje, la señora Matuskova horneó los bollos con forma de personitas. Estaban deliciosos, pero eran algo grasosos y pesados. Ella se volvía loca: cada vez que alguien rechazaba uno bollo creía que había fracasado como actriz. No creo que ni siquiera se diera cuenta de cuándo comenzó su carrera como intérprete”.

  - Señora Matouskova, le pregunté. ¿Puede quedarse por aquí y simplemente observar cómo charlan?

  Y así la metí dentro del plano.
  - ‘¡Ha sido maravilloso! Y ahora quiero que les diga: ¿qué opina sobre el comportamiento del chico? No le gusta, ¿no? Ha sido bastante descarado, ¿verdad? ¡Ok, acción!‘

  La señora Matuskova inspiró profundamente y les cantó las cuarenta a los dos actores. Era absolutamente auténtica, sincera, fresca y espontánea. Su interpretación en la película fue tan perfecta como sus bollitos”.

• “Trabajé con todos mis “no actores” del mismo modo, sin enseñarles nunca el texto. Tenía el guión memorizado palabra por palabra y empezaba representado la escena ante ellos, explicándoles lo que estaba buscando. Me aseguraba de que comprendiesen de qué trataba la escena y cómo era la actitud de los personajes. Después filmábamos directamente la escena. Mis “no actores” recordaban siempre algunas frases del diálogo escrito que había usado y completaban el resto ellos mismos. Cuando todo iba bien, los intérpretes eran meramente ellos mismos y las palabras que salían de sus bocas daban en el clavo”.
• “La escena más difícil en Pedro el negro la dejamos para el final del rodaje y fue una pesadilla para la producción. Necesitábamos una escena larga en un baile, pero no teníamos dinero para contratar extras. Era verano, así que decidimos alquilar una pista de hielo y una banda en Kolín, ofrecer un baile gratuito una noche del sábado, escribir ‘gratis‘ en la puerta y rodar la escena con la gente que apareciera. En cuatro horas (desde las ocho hasta la medianoche) tendríamos que conseguir grabar siete minutos de tiempo de pantalla en la película. No habría segundas oportunidades”.